Cuando leí la noticia del aumento por parte del gobierno español —autorizado ahora por Bruselas pero en vigor desde enero de 2023— del límite máximo de las deducciones por inversiones en producciones en cine y series españolas y extranjeras, me vino a la memoria la escena de la película Los hermanos Marx en el Oeste donde Groucho grita ‘Más madera’ para alimentar la locomotora y dar caza a los malos, en este caso a las producciones internacionales. ¿Y las españolas? Por Jordi Carbonell
Esta nueva reforma de los incentivos fiscales, aumentando el límite máximo anual de las deducciones por inversiones en producciones en cine y series españolas y extranjeras hasta 400 millones de euros, es decir, 340 más de los 60 actuales y duplicar de 10 a 20 millones de euros el importe máximo de la deducción fiscal por película estableciendo en un máximo de 10 millones de euros la deducción fiscal por cada episodio de una serie, nos abre dos escenarios de actuación por parte del Gobierno, uno real y otro hipotético.
El primer y principal escenario fruto de ese aumento de los límites de deducción por inversión en producciones españolas pero sobre todo en las internacionales, es el de intentar fortalecer la estructura empresarial de la producción independiente española históricamente muy fragmentada, atrayendo inversores para esas producciones y coproducciones internacionales y que las productoras españolas puedan encargarse de realizar los servicios de producción para terceros (services, en el argot cinematográfico), con la intención de aumentar su capacidad productiva y financiera, reduciendo al máximo su escasa competitividad y fragilidad en términos de industrialización, que se traduce en una gran debilidad financiera y, como ya hemos apuntado, en una gran atomización empresarial, además de limitaciones para acceso a las ventanas de amortización por el pequeño tamaño de sus expectativas de ventas en los mercados.
El segundo escenario, más hipotético y que no anularía al anterior, sino que lo complementaría (ya que incidiría directamente en las productoras españolas) sería el de apostar de una manera decidida por la inversión privada convirtiéndola en una potente herramienta de financiación para la producción independiente haciéndola menos dependiente del actual oligopolio audiovisual.
Y eso se traduciría en un aumento del 5% de las bonificaciones fiscales que pasarían del 30% para el primer millón y el 25% a partir del segundo con un máximo de 10 millones de euros por película, a 35% y 30% respectivamente y con un máximo de 20 millones de euros por película (Canarias y el País Vasco, ya tienen bien resuelta esta parte con unos incentivos fiscales muy interesantes).
Esto nos permitiría a los productores independientes estructurar un modelo de financiación que separe el beneficio económico del beneficio comercial convirtiéndola en una inversión atractiva y, lo más importante segura, a ojos de cualquier inversor rompiendo con el “techo de cristal” de la producción española impuesto por las grandes corporaciones de asesores y abogados fiscalistas, consiguiendo, al modificar el actual modus operandi de la financiación a través de AIEs (Agrupaciones de Interés Económico), que el productor junto con el inversor sea también uno de los beneficiarios del sistema de financiación a través de las deducciones fiscales por inversión en producción de cine, haciendo menos atractivas las AIEs fake que ahora dominan la producción española.
Las AIEs fake son aquellas en las que la inversión privada a través de subterfugios accede a la bonificación fiscal sin haber invertido el capital necesario que da derecho a esa bonificación.
Inversión atractiva y segura
Con el aumento de ese 5% de desgravación fiscal más la imputación del 50% de las BINs (Bases imponibles negativas), siempre que la inversión sea superior en un 10% a la cuota íntegra del impuesto de sociedades, más los ingresos que genere la explotación de la producción, dejaría el porcentaje de riesgo de la operación en su primera ventana de comercialización cerca del 0%, con lo que podemos garantizar que al final de la inversión obtendremos un resultado cercano al 30% en el peor de los escenarios de explotación.
BF+BIN’S+INGR.= >30% Rentabilidad
Pero, como he dicho al principio, es un escenario hipotético planteado desde estas líneas, que tendría el mismo objetivo que el anterior como es el de aumentar la capacidad productiva y financiera de las empresas españolas elevando el número de productoras que realizan más de una película al año. Un dato: en el año 2022 solo 5 productoras independientes produjeron más de 1 película, y de estas solo 3 produjeron 5 películas, un paupérrimo 1,3 por ciento de las 402 productoras registradas, según fuentes del Ministerio de Cultura y Deporte.
En cualquier caso es una gran noticia, y nos convierte en uno de los países preferidos para las producciones internacionales, ya que al incremento de las desgravaciones fiscales le hemos de sumar el gran nivel de nuestros técnicos, y el alto grado de profesionalidad de las productoras independientes.